“Así Habló Zaratustra”, Friedrich Nietzsche.
Es con este
libro, de la época más tardía del autor, con el qué me acerco al turbio y
radical pensamiento nietzscheano. Gracias
a dios (o al Superhombre, en este
caso) esta edición tiene una extensa introducción (un cuarto del libro,
aproximadamente), que junto a un dulce y nostálgico repaso a mis apuntes de
COU, me han animado a escribir esta reseña. No soy, sin ninguna duda, la
persona más indicada para analizar la obra de Nietzsche, que se pueda encontrar
en el entorno del piadoso autor de este blog, pero seguramente, si la más
dispuesta (ejem).
La obra se
compone de cuatro partes, más un breve prólogo. Según quien, se suele
considerar más literaria que filosófica, pues aunque trate un conjunto de
nuevos y revolucionarios pensamientos del autor, por boca del único
protagonista, el profeta persa Zaratustra, no deja de ser una novela. Una
historia ficticia que evoluciona en un espacio-tiempo, a veces difícil de
situar, pero existente.
La historia
narra cuando Zaratustra desciende de su cueva, en las montañas, para predicar,
entre los hombres, una nueva colección de valores e ideas, bastante alejados de
la tradicional moral, mayormente cristiana, de la época. La proclamación de la
muerte de dios, como símbolo de la caída de la tradición histórica, podría ser
el titular fácil que más llama la atención, pero esto es sólo el comienzo.
Esto, en aquellos momentos, tuvo que causar más de una jaqueca, ni se duda,
pues la cultura occidental era completamente teísta. Ahora bien. Lo realmente
jugoso es desgranar capítulo tras capítulo, las ambiguas metáforas y alusiones
continuas a la Biblia ,
la bilis que este alemán vomita contra todo lo que forma parte de su educación.
Zaratustra canta al desprecio hacia compasivos, débiles, sabios, políticos, e
incluso a las mujeres, y un sinfín de arquetipos sociales.
El último
estadio al que el hombre debe evolucionar, el SuperHombre, es el otro gran concepto que presenta esta obra, junto
con toda una enumeración de pautas bien definidas (aunque en lenguaje poético, a veces algo ambiguo) de comportamiento,
particularmente con su semejante.
Como
conclusiones personales podría añadir, que Nietzsche parece decidido a acabar
con el mundo metafísico y se aferra a lo terrenal a toda costa. No respeta, y
habla con dureza de todo lo que el hombre no pueda coger con una mano, se llame
dios, solidaridad, amor o conocimiento. Su énfasis obsesivo por la superación
de los valores tradicionales, la dominación del entorno y la imposición de su poder,
en aplicación directa al SuperHombre,
le da un carácter despótico y cruel a la obra. No obstante, me parecen un
conjunto de teorías merecedoras de atención, sobre las que se pueden extraer
perlas muy necesarias, enmarcadas en contextos concretos, claro está.
Pierre Caruty
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