sábado, 20 de octubre de 2012


“Así Habló Zaratustra”, Friedrich Nietzsche.

Es con este libro, de la época más tardía del autor, con el qué me acerco al turbio y radical pensamiento nietzscheano. Gracias a dios (o al Superhombre, en este caso) esta edición tiene una extensa introducción (un cuarto del libro, aproximadamente), que junto a un dulce y nostálgico repaso a mis apuntes de COU, me han animado a escribir esta reseña. No soy, sin ninguna duda, la persona más indicada para analizar la obra de Nietzsche, que se pueda encontrar en el entorno del piadoso autor de este blog, pero seguramente, si la más dispuesta (ejem).

La obra se compone de cuatro partes, más un breve prólogo. Según quien, se suele considerar más literaria que filosófica, pues aunque trate un conjunto de nuevos y revolucionarios pensamientos del autor, por boca del único protagonista, el profeta persa Zaratustra, no deja de ser una novela. Una historia ficticia que evoluciona en un espacio-tiempo, a veces difícil de situar, pero existente. 

La historia narra cuando Zaratustra desciende de su cueva, en las montañas, para predicar, entre los hombres, una nueva colección de valores e ideas, bastante alejados de la tradicional moral, mayormente cristiana, de la época. La proclamación de la muerte de dios, como símbolo de la caída de la tradición histórica, podría ser el titular fácil que más llama la atención, pero esto es sólo el comienzo. Esto, en aquellos momentos, tuvo que causar más de una jaqueca, ni se duda, pues la cultura occidental era completamente teísta. Ahora bien. Lo realmente jugoso es desgranar capítulo tras capítulo, las ambiguas metáforas y alusiones continuas a la Biblia, la bilis que este alemán vomita contra todo lo que forma parte de su educación. Zaratustra canta al desprecio hacia compasivos, débiles, sabios, políticos, e incluso a las mujeres, y un sinfín de arquetipos sociales.
El último estadio al que el hombre debe evolucionar, el SuperHombre, es el otro gran concepto que presenta esta obra, junto con toda una enumeración de pautas bien definidas (aunque en lenguaje poético,  a veces algo ambiguo) de comportamiento, particularmente con su semejante.

Como conclusiones personales podría añadir, que Nietzsche parece decidido a acabar con el mundo metafísico y se aferra a lo terrenal a toda costa. No respeta, y habla con dureza de todo lo que el hombre no pueda coger con una mano, se llame dios, solidaridad, amor o conocimiento. Su énfasis obsesivo por la superación de los valores tradicionales, la dominación del entorno y la imposición de su poder, en aplicación directa al SuperHombre, le da un carácter despótico y cruel a la obra. No obstante, me parecen un conjunto de teorías merecedoras de atención, sobre las que se pueden extraer perlas muy necesarias, enmarcadas en contextos concretos, claro está.

Pierre Caruty