martes, 16 de julio de 2013

Scaramuche. Sabatini


SCARAMOUCHE. Rafael Sabatini

Alucinante, de verdad, alucinante, o yo soy un raro que no entiende este mundo, o como diría cierto conjunto musical, la gente es gilipollas. Porque empiezo de esta manera tan directa y maleducada, porque estoy harto de ver gente infeliz.
Esto viene a cuento por la necesidad que tienen por un lado los infresers de despreciar la lectura y los culturetas de leer solo cosas densas y deprimentes, cuando desde tiempos inmemoriales podemos disfrutar de la novela de aventuras, especialmente cuando se trata de una obra tan magnífica y entretenida como es el Scaramouche de Sabatini. Por un lado, nuestros queridos garrulos y garrulas de barrio, disfrutarían de acción, romance, humor y aventuras de todo tipo con un final digno del mejor culebrón que se puedan imaginar, y por otro lado los/las culturetas podrán disfrutar del placer de evadirse viajando a otros tiempos, quizás más duros, pero indudablemente más épicos, mientras avanzan en la ardua y dura tarea de avanzar en el conocimiento del mundo que nos rodea e incluso que se den cuenta de una puta vez que estar en un café hablando sobre su último viaje al Metroplitan no va a cambiar absolutamente nada y van a ser toda su puta vida unos parásitos becarios mal pagados. Y os aseguro que tengo más razón que un santo, ya que los garrulos suelen decir que soy un cultureta, y los culturetas que soy un garrulo, y ambos tienen razón a medias, así que ya saben, háganme caso, o mejor aún, vótenme el día que decida dar el salto a la arena política.

Pero vayamos al grano, poco os puedo hablar del autor, para variar me compre la cutre versión de la colección de aventuras del País al fantabuloso precio de un Aurelio, así que tampoco me puedo quejar. Eso sí, el amigo Sabatini creo que se nos presenta o bien, como un liberal de tomo y lomo o bien como un desencantado de la humanidad, no me queda muy claro.
Y es que amigos Scaramouche representa el mito tonto que nos han impuesto del capitalismo, del hombre hecho a sí mismo, que con trabajo y talento llegaras a cualquier lado, el sueño americano, vaya, pero claro nuestro prota es un cínico de cojones y no cree en nada, de hecho solo se mete en política por vengar a un amigo, pero más adelante nos daremos cuenta que su amigo muerto le importa un rábano, sino que lo hace por la vieja razón que todos entenderemos. Un cabrón se quiere ligar a la pititi que le gusta. Aunque claro, en el caso de Scaramouche es fácil triunfar, pues cuenta con la ayuda de su padrino, un noble que le paga unos buenos estudios que le permiten desarrollar una inteligencia prodigiosa y una vasta cultura con la que dota Sabatini a su personaje, así cualquiera, no te jode.
El colega Sabatini además tiene el acierto de colocar la novela en el contexto de la Revolución Francesa y vemos ambigüedades por todas partes, al final tendemos a pensar que lo mejor es ir a tu puta bola y no meterte en fregados, mientras se crítica abiertamente a la época más proletaria de la Revolución Francesa, aunque también hay alegatos contra la burguesía, la nobleza, pero al final todo queda en un we are the World, we are the children, en el que todos podemos ser amigos y trabajar juntos, porque así todo el mundo será feliz, porque todo el mundo errr buenoh.







De todas formas, no me hagan mucho caso, realmente no importa demasiado lo que he puesto en el anterior párrafo, todos somos un tanto mayores ya para creernos esas chorradas del liberalismo y yo no estoy a aquí para convencerles de nada más de que tienen que leer este libro sí o sí. Porque?, me dirán ustedes, sencillo: engancha desde la primera página, no hay una página que aburra, hay giros cojonudos y en fin, hasta un final feliz y encima no demasiado tópico. Por una vez no os voy a destripar más el argumento, mejor descubrirlo por uno mismo, es lo que tienen los best-sellers, no aportan nada nuevo pero enganchan que da gusto y sí, de vez en cuando mola escaparse de la mierda de realidad a la que nos vemos avocados, y al precio de un mísero euro; no me digan ustedes que no mola.