Franco
Me Hizo Terrorista (2003), Stuart Christie.
La primera vez que oí hablar de Christie,
fue tras la lectura de “Nos estamos
acercando. La historia de Angry Brigade” de La Felguera Ediciones ,
pues era un sospechoso habitual continuamente hostigado por la policía, por sus
contactos y declarada militancia anarquista, que intentaba involucrarlo, a toda
costa, en las acciones de los furiosos brigadistas. Christie, escocés, y
activista desde su más tierna juventud, relata en esta segunda parte de su
trilogía autobiográfica, como su conciencia se debate desazonada, ante el
panorama de sufrimiento y opresión que vive el pueblo español, tras la guerra
civil, bajo la bota de ese regio hombre, de voz aflautada, que añoraba tiempos
de gloria nacional, católica y romana, y dirige el destino de sus súbditos con
guante de guillotina.
Pues bien, Christie, con la juventud
inflamada, el cúmulo de canciones de gesta oídas a sus mayores, y el miedo
abandonado en algún rincón renegrido por las chimeneas de carbón de su Glasgow
natal, nos regala en esta trepidante, a la par que árida en recursos
literarios, novela del más puro estilo de acción, como se lanza raudo a la
insólita aventura de transportar material explosivo, propiedad de la red de
exiliados españoles en Francia, opositores clandestinos al régimen (aunque
sobradamente controlados por él y sus no declarados colaboradores), desde el
extrarradio parisino al mismísimo kilómetro cero de la capital del Imperio, con
el fin de abastecer a la resistencia en su casto objetivo de acercar al
caudillo, por vía rápida y sin paradas, al Santo Creador, fuente indudable de
inspiración para si mismo. El final del dictador ya se conoce de sobra. El de
Christie, algo menos. Y ello es lo que desentraña este libro que nos ocupa: la
enriquecedora experiencia personal de conocer el más puro sentimiento del alma
castiza. Aunque en su versión más amarga: dentro de un penal de la Dictadura.
Dicho sea de paso, se conoce que en esta
triste época de nuestra historia, era en la cárcel donde uno mejor podía
confraternizar con la vanguardia de la política antifranquista, e incluso del
pensamiento y la cultura. A lo largo del libro se van narrando un sin fin de
anécdotas relativas a la picaresca que acontecía en la cárcel, como la historia
de un gitano, internado en la enfermería, por tragarse una rata viva, por una
apuesta de veinte pesetas, o las cómicas aventuras de dos improvisados toreros.
Es patente la repulsa de Christie, como ciudadano sensible y cabal, por la
fiesta nacional, y las no pocas refriegas que ello le acarreo entre el lumpen
ibérico. El estudio pormenorizado de Christie hacia la personalidad
“desvergonzadamente chauvinista, alegre, individualista, contradictoria, y
particularmente antioficialista” de los españoles, se manifiesta por todo el
libro, junto al confuso sentimiento de aceptación que vivió por el resto de
reclusos, que llegaron a apreciarle, pero no le tomaban muy en serio, porque
claro, eso de venir de tan lejos a acabar con el “problemón” interno que
teníamos encima, nunca termina de aceptarlo un español de raza.. ¡Pues no
faltaba más! También se da repaso a
multitud de personajes históricos, cada uno con sus circunstancias, como el
nazi Otto Skorzeny, creador del oscuro y secreto Grupo Paladín, asociación para
la extorsión y asesinato de militantes de izquierda, por medio mundo. E incluso
se menciona la carrera e implicaciones de un buen número de esos militantes
ácratas que luchaban por el fin de la Dictadura , de fronteras para afuera, como Octavio
Alberola. Los capítulos de rivalidades con los comunistas, también son de
traca.
En general, y salvando la tragedia,
Christie ofrece una imagen positivista de este periodo de tres años (fue
amnistiado en 1967, principalmente por intereses políticos del régimen, que
empezaba a considerar la mejora de su imagen en el exterior, entre otras muchas
estratagemas) donde gracias a ser extranjero no sufrió el mayor de los rigores
del trato penitenciario, en manos de falangistas, clero vil y otros
subproductos fascistas.
Lo más relevante es la modificación de su
carácter, las diferencias que fue observando y cómo las analizaba siempre para
mantenerse en guardia con el entorno, con los tipos que frecuentaba. Todo ello
inevitablemente influido por la perspectiva primera de pasarse veinte años “a
la sombra”, y cómo la rabia evoluciono a deseos por salir adelante en esa
situación adversa. El paso por la privación de libertad es algo que no se desea
a mucha gente. A mucha menos de la que le sucede.
En cualquier caso, se agradece a Christie
que encontrara las ganas para rememorar esta historia, ejemplo de determinación
y de lucha ante las adversidades, y que nos la contará, pues sin este tipo de
libros, esta y otras muchas historias no tendrían difusión, ya que nuestros
medios de información no parecen muy interesados en ellas, salvo en alguno de
esos canales que nadie ve, y siempre bien embadurnado de un barniz de pasado
rancio y romanticismo bobalicón, porque ya sabéis, chavales, que no son modelos
a imitar, sino recuerdos del ayer, y que aquí se vive de puta madre, (aunque un
poco apuradillos últimamente, habremos de arrimar el hombro y tal..) y eso de
luchar por tus convicciones es de losers total. ¿O no? Pues eso...
Gran comentario. Su autor es un gran mater.
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